Me senté mirando hacia aquel parque y por primera vez desde los trece años lloré delante de otras personas.

Lloré como un bebé porque era débil, lloré por todos los recuerdos tristes y también por los bonitos, lloré por tus ojos y por tus labios, lloré ante la inmensidad de lo que sentía y lloré porque por primera vez desde los trece años me di cuenta que lo que había perdido jamás podría volver a reemplazarlo.

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Se me da tan bien hacerme la victima que no me había planteado que le estaba haciendo daño a una persona, se me da tan bien hacerme la victima que no me he dado cuenta que hay gente que me necesita y cuanta conmigo, se me da tan bien hacerme la victima que la simple idea de quedarme en casa lamentándome me parece como un viaje a Disneylandia, se me da esto tan bien que ya no sé siquiera si sé hacer bien otra cosa.

Mierda, preferiría encerrarme en mi habitación a llorar y sentirme mal por ¿vivir?, puede. Pero por alguna extraña razón o por un ataque de madurez me gustaría correr, plantarle cara a las personas a las que he utilizado y pedirles perdón por haberlo hecho. Mierda. Asco de conciencia.

Prometí que esperaría a que te aclararas, pero las esperas tienen ese extraño don de cansar y de hacernos creer que son en vano, así que pensé que si seguía adelante podría olvidar lo que esperaba y quería de verdad hacerlo pero parece que cada vez que intento olvidarte tú apareces con más fuerza así que te pido que por favor desaparezcas...porque si no desapareces tú, si no me haces tanto daño que quiera morir de dolor, no podré olvidar todos los momentos felices que tuvimos.

Que digo yo que hay que ver lo que hace la gente cuando se aburre. Algunos se poner a canturrear, otros se ponen a leer, unos miran la tele y yo...yo tengo whatsapp, tuenti, tumblr, twitter, facebook, correo electrónico, blog y además un internet que va rapidillo. Y vosotros diréis ''si, si, nosotros tenemos también (casi) todo eso y nos aburrimos'' y si, es verdad que yo también me aburro pero soy una floja. Flojísima. No os hacéis una idea de lo floja que soy.

Todo esto venía a dos cosas. La primera que me aburro como una ostra (si, ya sé que se nota)

Y la segunda que estos días he estado de arriba a abajo con Saskia por Madrid y no veáis lo que cansa hacer cosas cuando estás acostumbrada a no moverte del sofá más que para lo extrictamente necesaria(que en mi caso es comer y sé que en el vuestro también). Así que aquí me véis, sola y aburrida, acostumbrada al ritmo frenético y echando mucho de menos tanto a Saskia como a Bárbara, Ana, Jairo, Migue y hasta a Jonás. Pero así es la vida del viajero.

Y una última cosita... ME ABURRO.

Es curioso que cada vez que escriba aquí es porque este triste y que cada entrada nueva me levante los ánimos un poquito. Es curioso porque lo único que no va bien es en lo único que me centro y no me fijo en lo demás y en como es fácil vivir mi vida.

Un libro nuevo que leer, una película nueva por ver, una serie a la que engancharme y así y así y así. Salir a veces, sonreír a todos, hacer amigos, ser profunda y superficial y profunda otra vez porque siempre quiero ser lo que los demás esperan de mi, para que me quieran ''tal y como soy''. Pero.

Joder.

No tengo ni idea de como soy y muchas veces no me quiero ni yo misma, como voy a esperar que los demás si que quieran a este prototipo de persona que no sabe nada y que a veces no siente ni padece, como puedo esperar gustar si ni me gusto a mi misma. Con cada persona que estoy es algo distinto, siempre dejándome querer, nunca abriendo mi corazón porque de verdad que es demasiado oscuro para abrirlo. siempre refugiándome bajo la idea de que soy abierta de mente cuando la realidad es que valoro tanto a las personas que me quieren que no puedo enfadarme con ellas, no puedo oponerme, no puedo explotar... Pero las quiero.

Y cada vez que cometo una injusticia no me la perdono, pero cada vez que los demás la cometen contra mi es como si nada hubiera pasado, como si mi cerebro llegase a inventar la sarta de excusas más grande y plausible que existiera para justificar que me hayan hecho daño, aunque la culpa no la tenga yo sino la otra persona. Y siempre me dicen que como siga así un día voy a explotar pero NUNCA EXPLOTO, nunca.

Así que, si, tengo miedo. Y si, me lo guardo para mi. Pero mientras más quiera a una persona y mientras más tiempo dure en mi vida más sonrisas le voy a dedicar y más cariño le voy a dar. Porque la vida es demasiado corta como para tomársela en serio.

La vida va pasando, vamos quemando etapas y dejando cosas atrás. Dejando atrás a personas.

Perdonar, olvidar, recordar. Un ciclo que se repite y se repite etapa tras otra. El dolor al final se acaba olvidando, las cicatrices acaban curando y hasta la más amarga de las despedidas al cabo de un tiempo se torna dulce, ¿entonces para que amargarse pensando en lo malo de las personas? ¿Para qué quemar etapas tan deprisa? Mejor que cada cosa caiga su propio peso a que nosotros con nuestra actitud negativa consigamos que se destruya algo que a lo mejor estaba destinado a funcionar.

Las personas se van, nuevas personas entran en nuestra vida y lo que tenemos que hacer es ser positivos, mantenernos fuertes y disfrutar del momento. Las despedidas son duras pero a veces lo mejor es dejar que el tiempo decida si ese ''Adiós'' es en realidad un ''Hasta luego''.