Era una noche oscura, de esas que le gustan a las personas de
mala vida, cuando Alicia se dio cuenta que solo llegaría a coger el ultimo tren
hacia su casa. Ella sabia que se lo encontraría en el tren por eso aminoro la
velocidad de sus pasos e intento refrenar los latidos de su corazón. Entonces y
como si fuera una conjura empezó a imaginarlo ahí sentado, esperando, la mirada
perdida, la música a todo volumen y su maravilloso pelo despeinado como
siempre.
Deseaba correr, deseaba llegar cuanto antes a su lado y
mirarlo con intensidad. Se contuvo, paro un poco y respiró hondo hasta que sus
latidos se normalizaron, entonces bajo las escaleras mecánicas y se acerco poco
a poco a su lado favorito de la estación.
De repente lo vio, estaba tal y como ella lo había imaginado,
a excepción de un gorro rojo en su cabeza que lo hacia aun más atractivo a los
ojos de ella. ‘’Mierda, pensó, ya está de nuevo entrando sin permiso en mi
cabeza’’.
Llego a su lado, le dio dos besos y se sentó. Hizo como si nada
hubiera pasado, como si hace dos semanas no le hubiera dicho que no lo quería, pretendió
haber olvidado que le había confesado todo: que había intentado enamorarse de
él, que había conseguido que fuera su necesidad, que había deseado cada una de
sus palabras, que se había ilusionado con cada una de sus sonrisas, que solo lo
quería como amigo y que todo lo que había estado pasando entre ellos ya no podía
volver a pasar.
Entraron al tren y ella se sentó mientras él se quedó de
pie. Una loca estaba sentada delante suya y no paraba de hablarle. Ella no podía
contener mas la risa e intentó distraerse mirándolo a el a los ojos, pero el no
estaba por ayudarla y solo conseguía que se riese más. Ella intentaba disfrazar
su risa como una sonrisa de cariño hacia él mientras seguía mirando sus ojos
marrones y como sus pestañas acariciaban el aire a su alrededor. ‘’Maldición,
pensó ella, cuando salga de este tren voy a matarlo por hacerme reir’’ mientras
tanto intentaba poner su mirada más asesina. Él jamás llegaría a entender todo
el poder que contenía esas miradas que le echaba. Ella aún no sabia que todo lo
que estaba sintiendo era mucho más de lo que pretendía sentir.
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