Pretendes olvidar, pero¿Y si el no te deja?

miércoles, 29 de junio de 2016

Hablar de ti

Escribo sobre ti, sobre todo porque no puedo tenerte. Te invento. Nos invento. Escribo sobre lo que fuimos y lo que somos. Pero, sobre todas las cosas, escribo todo lo que desearía. Y hablo y pronunció en alto tu nombre y escondo la sonrisa y ocultó el brillo en los ojos. 

El corazón se me rebosa y yo lo derramó en hojas blancas, rosas, rojas, azules... Cualquier color combina contigo. Cualquiera queda bien con tu recuerdo. Y aquí estoy de nuevo, escribiéndote sin que lo sepas, pensándote sin decírtelo y mirando una silenciosa pantalla desde la cual tú me sonríes sin saberlo. 

Y me ardes. Y me escueces. Y me dueles. Y me encantas. Y es que no sé qué voy a hacer contigo y con todo esto. Y que, eso, que hablo de ti. 


lunes, 6 de junio de 2016

Las cosas de la vida

Cuando eres joven, la vida parece larga y misteriosa. Cualquier decisión que tomas parece ser definitiva, irrevocable, grandiosa... Tanto que da miedo. Entonces llegan estas primeras veces, como el primer amor, el primer beso, el primer polvo o (si eres como yo) el primer suspenso. 

Cuando eres joven te pasas la mitad del tiempo pensando en el futuro y la otra mitad temiendo que llegue. Te imaginas en mil escenarios, con mil personas diferentes, siendo diferentes versiones de ti mismo. Pero llega la realidad y te golpea y te das cuenta que el amor no es tan dulce, que los besos no son tan suaves, que el sexo no es tan mágico o que la vida no es tan sencilla como alguna vez imaginaste. Entonces empiezas a conformarte, a correr de tus sueños, a alejarte de todas esas versiones que habías soñado ser. Te rindes ante la inevitabilidad y el descontrol en tu vida. Te rindes ante ti mismo. 

A veces hay que luchar contra esa parte del carácter, contra ese tú que quiere simplemente sentarse cómodamente a esperar que la vida provea. Hay que luchar contra esa parte del carácter que permanentemente huye, que es cobarde, que no quiere luchar. 

Y puede que esto solo me haya pasado a mi, que me acabo rindiendo siempre ante la primera de cambio, pero sí de algo estoy segura es que una vez tomo conciencia de lo que quiero, de lo que sueño, de lo que hago, voy a esforzarme para poder ser el yo que quiero. Un yo que no huye. Un yo que sé para frente a la adversidad y le planta cara. Solo espero poder recordarme esto a mí misma mientras aún puedo. Mientras aún soy joven y tengo ilusión y fuerzas. Mientras aún no soy lo suficientemente cobarde como para dejar de luchar.

lunes, 18 de abril de 2016

Porque soy una chica

¿Alguna vez te has sentido culpable de haber hecho algo que te hace feliz simplemente porque "se supone" que has de sentirte así? Yo sí.

Tengo una teoría, bueno, más o menos. La presión social. Si, eso que parece que no nos afecta, que tomamos poco en serio o que no entendemos por qué causa tanto revuelo. Pues si nos afecta y mucho y de maneras apenas perceptibles muchas veces.

Yo, como mujer que soy, estoy sometida a mucha más presión social que cualquier hombre de mi entorno. Ni siquiera se iguala a la que pueda padecer mi hermano, que se ha criado bajo las mismas directrices que yo y prácticamente en los mismos ambientes. ¿Por qué? Porque es un chico y de los chicos no se espera la rectitud moral y de conducta que se espera en una chica.

Yo "DEBO" (si, en mayúsculas) ser recatada, no beber, no estar hasta tarde por ahí, no salir mucho de fiesta, sacar buenas notas, comportarme como una "señorita", no decir palabras mal sonantes y por supuesto no acercarme a ningún chico. Porque ya se sabe, los chicos son como animales salvajes y una es una florecilla indefensa a la que cualquiera puede pisotear.

No tengo libertad de pensamiento, porque solo debe estar pensando en casarme, en tener un buen marido y 2.5 hijos. No debo preocuparme por mi carrera, sino que debo encontrar al semental mejor dotado de la cuadra, al macho alfa, el que me hará una naranja completa... Una persona completa. Debo pensar en el amor romántico y nada de follar por ahí con cualquiera que me ponga, porque una vez metida nadie te respeta.

Mi valor está en la cantidad de penes que me he llevado a las manos, a la boca, al coño si hace falta y no por mi inteligencia o mis capacidades. Ya puedo ser la mejor médico neurocirujana del planeta que nunca llegaré a ser valorada por algo más que mi potencial como madre, mis caderas y mis tetas. Cómo si no tuviera cerebro, como si no me doliera...

Y lo peor, si hago lo que me da la gana "DEBO" sentirme culpable. Si bebo, CULPABLE. Si estoy hasta las 8 de la mañana en una discoteca, CULPABLE. Si salgo cada sábado, CULPABLE. Si he tenido mala suerte en un examen, CULPABLE. Si no cierro las piernas al sentarme o me pongo demasiado cómoda en un banco en la plaza, CULPABLE. Si hablo de mi vida sexual, digo palabras malsonantes y maldigo, CULPABLE. Y si me follo al chico al que tantas ganas le tengo, CULPABLE. ¡Por Dios! No soy una presidiaria. No puedo siquiera respirar sin pensar en mi valor ante la sociedad. ¿Por qué? Porque soy una chica, una mercancía y mi meta en la vida ha de ser la de mantener mi precio elevado.

Y yo digo BASTA. Basta de culparnos por una noche de borrachera, basta de sentirnos mal por joder con quien nos de la gana, basta de solo poder aspirar a ser mujer florero y basta ya de decirnos a nosotras mismas que toda es mierda que nos cuentan es cierta. Somos personas, somos fuertes y somos independientes y no tenemos nada por lo que avergonzarnos. NADA. Vamos a ser todo lo egoístas que queramos, a conocer a todos los hombres que queramos y si no nos casamos o tenemos hijos no habremos fallado, porque somos más que mercancía. Que nadie nos convenza de lo contrario.