A veces los remordimientos de conciencia no llegan solo al haber hecho algo malo, sino incluso antes de hacerlo. En ese instante en el que te das cuenta de que deseas con toda tu alma hacerlo y sabes que le va a hacer daño a otra persona o incluso a tí misma, pero aún así lo quieres hacer, quieres coger a ese toro por los cuernos y luego arrepentirte lo que haga falta por lo que ha pasado y no por lo que pudo ser, en ese momento llega el remordimiento de conciencia. Pero da igual lo que hagas, a veces es imposible parar a un tren que ya ha salido de su estación, así que te resignas a esa necesidad. Lo necesitas, tienes miedo, sí, pero lo quieres tanto que ya lo necesitas. Al final acabarás haciendo algo de lo que tanto ahora como luego te vas a arrepentir y lo peor es que te va a doler y tú no te llevas bien con el dolor.
Por lo pronto lo que haces es guardarte todo tu remordimiento, guardarte todas tus ganas y guardar sobre todo la felicidad que te da ese momento previo a la equivocación deseada. Pero ya se sabe como son estas cosas, los secretos, sean cuales sean, tienen los minutos contados.