Cuando parece que hablas, cuando parece que finalmente entiendes... resulta que todo cambia y empezamos de nuevo. De nuevo los nervios, de nuevo las dudas, de nuevo de lado. De nuevo incompleto. Cuando ni las cosas que importan son dichas... ¿qué nos queda? Reír como tontos ante todo lo que nunca nos dijimos, lo que nunca nos decimos.
Porque las cosas se atascan en la garganta y hacen nudos imposibles de deshacer. nudos que acaban formando una horca, nudos que acaban matando de asfixia si no se tragan, si quedan ahí y se acumulan unos tras otros.
Como el devenir de las olas nos vamos dejando llevar ante todas esas cosas que queremos decir y que callamos por el bien de los demás. Por nuestro propio bien. Seguiremos callando y escondiendo, seguiremos mintiendo y ocultando, hasta el día en el que ni una palabra, ni una mentira sean suficientes. Y entonces Game over.
Lo que nunca nos dijimos...
Pretendes olvidar, pero¿Y si el no te deja?
martes, 29 de mayo de 2018
miércoles, 29 de junio de 2016
Hablar de ti
Escribo sobre ti, sobre todo porque no puedo tenerte. Te invento. Nos invento. Escribo sobre lo que fuimos y lo que somos. Pero, sobre todas las cosas, escribo todo lo que desearía. Y hablo y pronunció en alto tu nombre y escondo la sonrisa y ocultó el brillo en los ojos.
El corazón se me rebosa y yo lo derramó en hojas blancas, rosas, rojas, azules... Cualquier color combina contigo. Cualquiera queda bien con tu recuerdo. Y aquí estoy de nuevo, escribiéndote sin que lo sepas, pensándote sin decírtelo y mirando una silenciosa pantalla desde la cual tú me sonríes sin saberlo.
Y me ardes. Y me escueces. Y me dueles. Y me encantas. Y es que no sé qué voy a hacer contigo y con todo esto. Y que, eso, que hablo de ti.
lunes, 6 de junio de 2016
Las cosas de la vida
Cuando eres joven, la vida parece larga y misteriosa. Cualquier decisión que tomas parece ser definitiva, irrevocable, grandiosa... Tanto que da miedo. Entonces llegan estas primeras veces, como el primer amor, el primer beso, el primer polvo o (si eres como yo) el primer suspenso.
Cuando eres joven te pasas la mitad del tiempo pensando en el futuro y la otra mitad temiendo que llegue. Te imaginas en mil escenarios, con mil personas diferentes, siendo diferentes versiones de ti mismo. Pero llega la realidad y te golpea y te das cuenta que el amor no es tan dulce, que los besos no son tan suaves, que el sexo no es tan mágico o que la vida no es tan sencilla como alguna vez imaginaste. Entonces empiezas a conformarte, a correr de tus sueños, a alejarte de todas esas versiones que habías soñado ser. Te rindes ante la inevitabilidad y el descontrol en tu vida. Te rindes ante ti mismo.
A veces hay que luchar contra esa parte del carácter, contra ese tú que quiere simplemente sentarse cómodamente a esperar que la vida provea. Hay que luchar contra esa parte del carácter que permanentemente huye, que es cobarde, que no quiere luchar.
Y puede que esto solo me haya pasado a mi, que me acabo rindiendo siempre ante la primera de cambio, pero sí de algo estoy segura es que una vez tomo conciencia de lo que quiero, de lo que sueño, de lo que hago, voy a esforzarme para poder ser el yo que quiero. Un yo que no huye. Un yo que sé para frente a la adversidad y le planta cara. Solo espero poder recordarme esto a mí misma mientras aún puedo. Mientras aún soy joven y tengo ilusión y fuerzas. Mientras aún no soy lo suficientemente cobarde como para dejar de luchar.
lunes, 18 de abril de 2016
Porque soy una chica
¿Alguna vez te has sentido culpable de haber hecho algo que te hace feliz simplemente porque "se supone" que has de sentirte así? Yo sí.
Tengo una teoría, bueno, más o menos. La presión social. Si, eso que parece que no nos afecta, que tomamos poco en serio o que no entendemos por qué causa tanto revuelo. Pues si nos afecta y mucho y de maneras apenas perceptibles muchas veces.
Yo, como mujer que soy, estoy sometida a mucha más presión social que cualquier hombre de mi entorno. Ni siquiera se iguala a la que pueda padecer mi hermano, que se ha criado bajo las mismas directrices que yo y prácticamente en los mismos ambientes. ¿Por qué? Porque es un chico y de los chicos no se espera la rectitud moral y de conducta que se espera en una chica.
Yo "DEBO" (si, en mayúsculas) ser recatada, no beber, no estar hasta tarde por ahí, no salir mucho de fiesta, sacar buenas notas, comportarme como una "señorita", no decir palabras mal sonantes y por supuesto no acercarme a ningún chico. Porque ya se sabe, los chicos son como animales salvajes y una es una florecilla indefensa a la que cualquiera puede pisotear.
No tengo libertad de pensamiento, porque solo debe estar pensando en casarme, en tener un buen marido y 2.5 hijos. No debo preocuparme por mi carrera, sino que debo encontrar al semental mejor dotado de la cuadra, al macho alfa, el que me hará una naranja completa... Una persona completa. Debo pensar en el amor romántico y nada de follar por ahí con cualquiera que me ponga, porque una vez metida nadie te respeta.
Mi valor está en la cantidad de penes que me he llevado a las manos, a la boca, al coño si hace falta y no por mi inteligencia o mis capacidades. Ya puedo ser la mejor médico neurocirujana del planeta que nunca llegaré a ser valorada por algo más que mi potencial como madre, mis caderas y mis tetas. Cómo si no tuviera cerebro, como si no me doliera...
Y lo peor, si hago lo que me da la gana "DEBO" sentirme culpable. Si bebo, CULPABLE. Si estoy hasta las 8 de la mañana en una discoteca, CULPABLE. Si salgo cada sábado, CULPABLE. Si he tenido mala suerte en un examen, CULPABLE. Si no cierro las piernas al sentarme o me pongo demasiado cómoda en un banco en la plaza, CULPABLE. Si hablo de mi vida sexual, digo palabras malsonantes y maldigo, CULPABLE. Y si me follo al chico al que tantas ganas le tengo, CULPABLE. ¡Por Dios! No soy una presidiaria. No puedo siquiera respirar sin pensar en mi valor ante la sociedad. ¿Por qué? Porque soy una chica, una mercancía y mi meta en la vida ha de ser la de mantener mi precio elevado.
Y yo digo BASTA. Basta de culparnos por una noche de borrachera, basta de sentirnos mal por joder con quien nos de la gana, basta de solo poder aspirar a ser mujer florero y basta ya de decirnos a nosotras mismas que toda es mierda que nos cuentan es cierta. Somos personas, somos fuertes y somos independientes y no tenemos nada por lo que avergonzarnos. NADA. Vamos a ser todo lo egoístas que queramos, a conocer a todos los hombres que queramos y si no nos casamos o tenemos hijos no habremos fallado, porque somos más que mercancía. Que nadie nos convenza de lo contrario.
Tengo una teoría, bueno, más o menos. La presión social. Si, eso que parece que no nos afecta, que tomamos poco en serio o que no entendemos por qué causa tanto revuelo. Pues si nos afecta y mucho y de maneras apenas perceptibles muchas veces.
Yo, como mujer que soy, estoy sometida a mucha más presión social que cualquier hombre de mi entorno. Ni siquiera se iguala a la que pueda padecer mi hermano, que se ha criado bajo las mismas directrices que yo y prácticamente en los mismos ambientes. ¿Por qué? Porque es un chico y de los chicos no se espera la rectitud moral y de conducta que se espera en una chica.
Yo "DEBO" (si, en mayúsculas) ser recatada, no beber, no estar hasta tarde por ahí, no salir mucho de fiesta, sacar buenas notas, comportarme como una "señorita", no decir palabras mal sonantes y por supuesto no acercarme a ningún chico. Porque ya se sabe, los chicos son como animales salvajes y una es una florecilla indefensa a la que cualquiera puede pisotear.
No tengo libertad de pensamiento, porque solo debe estar pensando en casarme, en tener un buen marido y 2.5 hijos. No debo preocuparme por mi carrera, sino que debo encontrar al semental mejor dotado de la cuadra, al macho alfa, el que me hará una naranja completa... Una persona completa. Debo pensar en el amor romántico y nada de follar por ahí con cualquiera que me ponga, porque una vez metida nadie te respeta.
Mi valor está en la cantidad de penes que me he llevado a las manos, a la boca, al coño si hace falta y no por mi inteligencia o mis capacidades. Ya puedo ser la mejor médico neurocirujana del planeta que nunca llegaré a ser valorada por algo más que mi potencial como madre, mis caderas y mis tetas. Cómo si no tuviera cerebro, como si no me doliera...
Y lo peor, si hago lo que me da la gana "DEBO" sentirme culpable. Si bebo, CULPABLE. Si estoy hasta las 8 de la mañana en una discoteca, CULPABLE. Si salgo cada sábado, CULPABLE. Si he tenido mala suerte en un examen, CULPABLE. Si no cierro las piernas al sentarme o me pongo demasiado cómoda en un banco en la plaza, CULPABLE. Si hablo de mi vida sexual, digo palabras malsonantes y maldigo, CULPABLE. Y si me follo al chico al que tantas ganas le tengo, CULPABLE. ¡Por Dios! No soy una presidiaria. No puedo siquiera respirar sin pensar en mi valor ante la sociedad. ¿Por qué? Porque soy una chica, una mercancía y mi meta en la vida ha de ser la de mantener mi precio elevado.
Y yo digo BASTA. Basta de culparnos por una noche de borrachera, basta de sentirnos mal por joder con quien nos de la gana, basta de solo poder aspirar a ser mujer florero y basta ya de decirnos a nosotras mismas que toda es mierda que nos cuentan es cierta. Somos personas, somos fuertes y somos independientes y no tenemos nada por lo que avergonzarnos. NADA. Vamos a ser todo lo egoístas que queramos, a conocer a todos los hombres que queramos y si no nos casamos o tenemos hijos no habremos fallado, porque somos más que mercancía. Que nadie nos convenza de lo contrario.
viernes, 15 de noviembre de 2013
¿Qué es para mi la sociología?
Esta entrada será más larga de lo habitual, pero es que necesitaba soltarlo, que la gente lo leyera, motivar a las personas a estudiar las cosas que le gustan, no sé... quizás solo me sirve como desahogo, quizás es porque estoy orgullosa de lo que he escrito, o quizás es solo para presumir de lo que conozco. Sea lo que sea, allí va.
¿Qué es la sociología? Es la pregunta que me llevo
haciendo desde que empecé la carrera. Cada día le doy vueltas y cuando consigo
descifrar qué es, me llega un nuevo conocimiento que hace tambalear mi propia
respuesta. Para mí la Sociología es algo que estoy tan acostumbrada a tratar
que no busco una respuesta concreta. La sociología lo es todo.
Cuando mis amigos siempre me preguntan sobre qué va
mi carrera, mi respuesta es siempre la misma: “Llevo casi tres años y aún no
tengo ni idea de qué es o para qué sirve”. Respuesta que no es cierta, sino una
manera de preservar mi pequeño secreto. Cada día, en cada contexto, estoy
practicando la sociología, analizando mis entornos y las relaciones que entre
ellos se forman, el mundo en su contexto y las comunidades y grupos en los que
me inserto, las instituciones con las que me relaciono, etc. Mi conclusión,
tras tres años de Marx, Weber, Durkheim y otros autores igual de importantes
pero menos mencionados durante la carrera, es que la Sociología es algo
intrínseco a la sociedad y, al igual que ella, nos rodea queramos o no.
Pero, si fuera solo eso, cualquiera podría practicar
la Sociología. También hay que conocer una serie de técnicas, tanto
cualitativas como cuantitativas, que nos ayudan a transformar la realidad que
observamos en datos que puedan ser analizados y procesados para generar
conocimiento teórico. Algunas de estas técnicas son la entrevista en
profundidad, el grupo de discusión o la encuesta.
El problema de esta disciplina es la dificultad para
separar el ámbito emocional del científico, ya que nuestro objeto de estudio es
algo en lo que nosotros estamos insertados, además de ser un sujeto cambiante y
al que nos podemos ver ligados emocionalmente. Hay una metáfora que lo explica
bastante bien: “Las gafas del sociólogo”. Igual que hay personas que para leer
necesitan ponerse unas gafas, cuando practicamos la disciplina, nos ponemos
unas gafas que nos ayudan a ver la realidad más allá de lo que vemos
cotidianamente. Es como si dejásemos de vivir en nuestra “ignorancia” cotidiana
-ignorancia que ponemos en práctica para evitar esa carga emocional que le
supone a una persona el pensarse a sí mismo- para ver con más claridad lo que
nos rodea. Básicamente, es buscar los porqués a cuestiones que otros toman como
algo de la realidad que no merecen la pena ser cuestionados. Es pensar,
relacionar conceptos y buscar razones. Es abstraer términos reales hasta
convertirlos en estudios. Es una ciencia con mayúsculas.
Para mí la Sociología es ponerle nombre a cosas que
ya conozco. Por ejemplo: sé que consumir mucho y con mucha facilidad hace que
se debiliten los valores; sé que en la sociedad hay algo que permanece y algo
que cambia; sé que hay que saber elegir a las personas para hacer estudios y
extraer resultados que puedan ser generalizados a grupos concretos… Pero
gracias a la sociología tengo un plus, y puedo expresar mis conocimientos en un
entorno académico y compararlo con los de los demás. Ahora todo lo anterior
podría explicarlo de forma académica: que la tendencia al consumo masivo hace
que nuestros valores tiendan a lo efímero; que la sociedad está dividida en dos
partes, que son la estructura y la dinámica; que por medio de una muestra
representativa en una encuesta pueden llegar a hacerse análisis sobre casi
cualquier cosa; o que una entrevista a la persona correcta puede darnos una
nueva perspectiva de un problema o fundamentar una investigación. Además ahora puedo
hablar de muchos fenómenos sociales que antes notaba pero con información, e
interesarme por nuevos ámbitos a los que no tenía acceso o desconocía. Soy
capaz de extraer datos para argumentar mis posturas y de separarme de mi objeto
de estudio por muy unido que esté a mí. Ahora soy capaz de analizar, con mayor
profundidad, las relaciones en las que me inserto y ser más asertiva en mis
comportamientos. Y aunque muchas veces me pare a pensarlo y sienta que la Sociología
no me ha aportado nada nuevo a mi vida, si lo pienso mejor, veo que sí, que la
ha cambiado y que ahora soy mucho más madura y eficiente a la hora de pensar
por mí misma, llegar a mis propias conclusiones y no conformarme con las
explicaciones de los demás.
lunes, 9 de septiembre de 2013
De mierda hasta el cuello
La necesidad a veces nos lleva por caminos que jamás esperaríamos tomar. Vivir aquí, conocer a alguien y si te he visto no me acuerdo. NECESIDAD. Necesitamos cariño, como personas, necesitamos... ESO, eso que todos buscan y nadie sabe que es, eso que todos necesitamos y que creemos que es la felicidad (o se le parece), eso que nos hace a muchos escribir largas parrafadas rimbombantes y a veces sin sentido para intentar comprender que nos falta para tenerlo todo. Lo que nos mueve a pelear cuando todo es perfecto o esa puta mosca detrás de la oreja que llega cuando todas las jodidas cosas están bien. Esa necesidad nos hace vulnerables y, al contrario de lo que todo el mundo piensa, la felicidad nos da más miedo y nos hace más desgraciados que la tristeza.
jueves, 22 de agosto de 2013
Los otros.
No paro de pensar en que soy una mala influencia. Intento
que los de mi alrededor se adapten a mi mentalidad, les guste lo que digo y a
veces lo que hago para que, cuando lo consigan, quede yo como una chica
inocente. Pero, ¿es eso malo? Puede que un poco si, pero no del todo. Al final
del día los malpensados son otros, los frikis son otros, los raros son otros,
los inteligentes son otros, los guapos son otros…
Los otros son otros y yo soy
la chica bajita, tímida y sonriente que está al lado de los otros.
viernes, 2 de agosto de 2013
Los amantes
Un día más a su lado, un día más en el que pienso que si lo hubiera hecho de otra manera las cosas habrían acabado siendo distintas, ya no seríamos él y yo, sino que sería otro él y otra yo diferentes, incapaces de darse cuenta de que algo les falta, de que echan de menos algo que ni siquiera saben que podrían haber tenido. Menos mal que somos tú y yo. Menos mal que no hemos sido otros. Dame más tiempo, dame más partes de tí, dame más unos y yo te los devolveré multiplicados, siempre multiplicados. Dame más que nunca me canso. Dame lo que quieras. Te lo daré todo mientras que me quieras. Solo a ti.
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