Cuando parece que hablas, cuando parece que finalmente entiendes... resulta que todo cambia y empezamos de nuevo. De nuevo los nervios, de nuevo las dudas, de nuevo de lado. De nuevo incompleto. Cuando ni las cosas que importan son dichas... ¿qué nos queda? Reír como tontos ante todo lo que nunca nos dijimos, lo que nunca nos decimos.
Porque las cosas se atascan en la garganta y hacen nudos imposibles de deshacer. nudos que acaban formando una horca, nudos que acaban matando de asfixia si no se tragan, si quedan ahí y se acumulan unos tras otros.
Como el devenir de las olas nos vamos dejando llevar ante todas esas cosas que queremos decir y que callamos por el bien de los demás. Por nuestro propio bien. Seguiremos callando y escondiendo, seguiremos mintiendo y ocultando, hasta el día en el que ni una palabra, ni una mentira sean suficientes. Y entonces Game over.