No paro de pensar en que soy una mala influencia. Intento
que los de mi alrededor se adapten a mi mentalidad, les guste lo que digo y a
veces lo que hago para que, cuando lo consigan, quede yo como una chica
inocente. Pero, ¿es eso malo? Puede que un poco si, pero no del todo. Al final
del día los malpensados son otros, los frikis son otros, los raros son otros,
los inteligentes son otros, los guapos son otros…
Los otros son otros y yo soy
la chica bajita, tímida y sonriente que está al lado de los otros.